—Veo que siempre hay alguien dispuesto a ser otro a quien es.—
—¿No me crees entonces que soy asceta?—
—No. Me parece que sigue siendo un bufón—
—¿Acaso no lo eres tu también, y todos alguna vez?
—No me ofenda.—
—No lo estoy ofendiendo. Más bien usted tiene muy mal sentido del humor. O acaso será que me acostumbré tanto a hacerme reír a mí mismo, qué olvide cómo hacer reír a los demás.
—Quizá las risas que causaba eran fingidas.—
—¡Eh, quién ofende a quién! ¿Y bueno, ya que usted lo recuerda todo...? ¿Quién es usted y de dónde viene...?. —
—Cirro. Y soy del Norte.—
—¿Qué parte?, Ciud, Rumán..., Isud.—
— ¿Qué nombres dice? Los desconozco todos.—
—Entonces usted viene de otro Norte, pero no del Norte que conozco.—
— A ser verdad no reconozco estas tierras. Parecen un desierto..., un desierto sin órganos...—
—¿Y eso no te da tranquilidad?—
— ¡No por dios! A quién le causaría tranquilidad amanecer en un lugar sin nombre, donde todos quieren fingir que han olvidado. Donde Irak ha desaparecido del mapa, donde no ha habido cambios políticos, donde no hay un periódico que te suelte una mentira, ni una crisis.—
—¡Qué tipo negativo! Yo conozco a alguien a quien los transportes sin órganos le provocan pasividad, incluso cierta alegría, pero dejemos eso por ahora. Y cuentame ¿qué es de tu vida?—
— Soy Administrador y Contador...—
—Si y muy malo.—
—Publico señor..., no de cuentos—
—¡Ah!, con dos carreras. Productivo el camarada.—
—¿Y de qué circo salió usted?—
—Sereno muchacho. De ningún circo. Yo fui un mester de juglaría de la modernidad. Pero no sé si escuchó alguna vez que al loco la pena lo vuelve cuerdo...—
—Eso sí me causo gracia ¿Hace programas de computadoras para hacer reír a las personas?—
—No. A ser verdad no. No es ese mi menester. Hace tanto que no veo una maquina.—
—¿No hay maquinas en este lugar?—
— En la montaña, cuando llegue, él debe de tener.—
— ¿Quién es él?—
— ¿No que lo recuerdas todo? Tampoco recuerdas a quién le gustan los transportes sin órganos. Estás mal muchacho. Además eres arrogante. El camino tal cual como lo ha marcado la terracería te llevará a la montaña, pero para llegar allí primero tienes que encontrar un fin...
— Quizá desde que se fue..., soy—
— ¡Ajá!, penas del alma. Por eso no escuchas lo que te digo... Planteate un fin muchacho. Te falta hallar a otros seres sin nombre en el camino.—
—¿Tú no tienes nombre entonces?—
— No me hace falta—
—¿Y cómo se refieren a ti?—
—¿Sabes silbar? Hay un hombre más adelante que sólo sabe silbar. Es lo único que recuerda hacer.—
— No me respondiste ¿Cuál es tu nombre?—
— ¿Quién es ella?—
— Si no me dices tu nombre, no te digo su nombre—
— ¡Chantajistas conmigo! ¿Ya ves porqué me volví asceta...? El que se ríe de uno se ríe de todos.—
— Tendrás que contarle a la mujer del cerezo lo que te pasa. Ella te aconsejará.—
— No suelo hablar con otras mujeres de mis sentimientos pasados. Me vulnera.—
— Muy mal muchacho, muy mal. Ellas podrían tener alguna historia similar..., y ellas suelen ser más sensibles para esas cosas... Quizá soy romántico, o mal trovador, pero así es. Además siempre es bueno ver el otro lado de la moneda.—
— Pero es probable que termine acostándome con ella si se lo cuento.—
— ¿No puedes conversar con una mujer sin poseerla?—
— Así es—
— ¡Grave! Pues de todos modos tendrás que hablar con la mujer de los cerezos—
—¿Y porqué?—
— Lo irremediable muchacho, lo irremediable. Debes descargar tu historia. Pero no soy yo el apto para saberla—
—¿Cómo estás tan seguro?—
— "Érase una vez una ella que quería enamorarse, pero era difícil ya que vivía en lo abstracto del aire, de donde los hombres de tierra escapan la mirada."—
—¿Quién es ella y porqué cantas?—
—Ella es cualquiera y canto porque sí..., una canción que recién me acordó o inventé, no lo sé..., ¿para todo necesitas una razón?—
— Es absurdo—
— Tienes mucho que aprender muchacho. ¡No eres más que un personaje aquí!—
— ¡Un personaje!, pero si soy un ser humano—
— ¿Y un ser humano no es personaje de una sociedad, de un sistema... El capitalismo, la banca, las empresas, las organizaciones civiles.?—
— No. Un personaje es alguien que no existe. Una corporación si existe.—
— ¿Tu crees? Yo soy de carne y hueso, o al menos así creo que me percibes, y puedo inventar que alguien en un trolebus piensa en ese aparato como un sistema sin órganos. Y quizás ese alguien puede delimitar que yo sea un bufón ¿Quién es el personaje de quién? Deberías volverte contador de historias. Aunque no confiaría mucho en ti. Serías parco y dibujarías como tantos un mundo enajenado. Pero ¿nunca te has preguntado si a quien escribe no le pase que a veces sus personajes lo hagan a él, tanto como él o ella los hace a ellos? ¿No podría algún personaje, antes de trazar su dialogo definitivo en un papel, o una maquina de las que tu conoces, conversar con su autor, hacerlo reír en sus adentros, hacerlo reflexionar sobre sus mejores diálogos. Nunca leíste a Pirandello? Bueno. Yo creo que el escritor también es un personaje de sus personajes. —
— ¿Entonces yo soy un personaje de un escritor?—
— No, el escritor es también personaje—
— ¡Con un carajo no te entiendo! He dedicado mi vida al trabajo y al trabajo y al trabajo y al traba... Y a veces a..., a veces a ella...—
— ¡Eh!, tranquilo... No te me proyectes... No sé como no me has sacado de quicio en verdad. Uno se topa cada bufón en esta vida, pero a la inversa... Te diría que te acompañaba en tu camino. Yo alguna vez intenté ser poeta. No hay bufón al que no le pase, pero termina siendo bufón cuando las palabras no se le dan como el quiere..., por eso ya sólo medito. Y sí, muchas veces, cuando llegué a narrar, me hicieron a mí mis personajes. Pero de eso sabrás más en la montaña... Pero antes si tanto sabes administrar, deberás gestionarte un final que te haga seguir caminando o no cabrás en éste sistema, si es que se puede llamárselo tal.—
— Sigo sin entenderte—
— No debes entender nada muchacho. A partir de ahora si es que recuerdas que en alguna parte se está llevando a cabo el año 2009 y el siguiente Ruec, empezará el año nuevo tibetano, si recuerdas que en tu mundo, occidente empieza el año en el mes Yu...,y...—
— ¡Para! Esos nombres fueron los que burlonamente le di a los días que conozco yo y..., ¿cómo los sabes tú?—
— Aquí "nadie" recuerda nada de lo que tu recuerdas, yo soy la excepción aunque parezca contradictorio a lo que soy, y en eso quizá tengas razón en la forma en que me jusgaste al principio. Sólo soy el bufón de un asceta. La verdad duele camarada. Pero tú no recuerdas nada de aquí... Yo sé que así llamas tú a los nombres de los días y meses aquí... Necesitas tus series anuales para existir, ¿y no eres entonces dependiente a un sistema que te hece humano? Sabría que así me entenderías.—
— Pero si no te conocía..., ¿cómo es qué...? Esto es demasiado complicado para mí, demasiado. —
— Es más sencillo que lo que te ha complicado siempre, pero quizá sólo debas soltar un poco... Calma, encontrarás tarde o temprano, y a su momento tu recorrido aquí.—
— Y no regirá "alguien" mi decisión como me dijiste—
— No seas paranoico muchacho. Te he hecho dudar y no era mi intención. A ser verdad todo esto ha sido parte parte de la mi función del día de hoy, incluido tú sin darte cuenta. Por eso te decía que eras mi personaje. Ahora eres Cirro de nuevo. Y yo sigo y seguiré riendo ¿Escuchas el reír de los árboles? Vaya que eres tu el único que no se ríe. Te ves consternado y eso no te llevará a la montaña. ¡Quédate hoy en la caverna donde vivo! Quizá otro paraje te pinte mejor el rostro.—
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