domingo, 15 de abril de 2018

Clamor Sirio


 Encontré esta selección de poetas nacidos en Siria; publicados en la revista Nexos hace dos años. Leerlos me dio una clara imagen de lo que siguen viviendo dos años después. Los poetas dadaístas solían hacer juegos en los que reconstruían con versos de poetas clásicos, un nuevo poema. Siria es una tierra de poetas, busquen sobre esto y aparecerá un mundo para ustedes. Construí este poema como muestra de protesta por lo que sigue ocurriendo en Siria, y como un gesto de hermandad. No seguí el experimento dadaísta con exactitud, ya que ellos metían en una bolsa oscura los versos, los revolvían y los pegaban como salieran; yo escogí la continuidad de los versos. Los coloco en cursivas y con un tipografía distinta por poeta. Comparto los poemas originales. Recomiendo ampliamente su lectura.


Clamor Sirio


Su rostro cansado está cubierto de polvo
pero su alma brilla

      — Nada… se me ha caído un vaso de la mano… Hay un chico que dibuja un avión
sin alas y una mujer que le lanza mis ideas al viento.
¿Hay algo más deseable que fragmentarse en rimas?.
Era más pequeña que una muy pequeña
cuando supe que la vida era una herida.
Te escribo desde la frontera de las masacres.

En otra calle un joven
en la flor de la juventud
quiso irse a la guerra
pero se peleó con su sombra
y su sombra volvió sola a casa.



Poema construido con versos de Dara Abdallah, Maha Becker, Nessrin Karam al-Khoury, Widad Nabi, Raed Wahsh, Khaled Soliman. 

Salvia de poemas sirios

viernes, 13 de abril de 2018

Mirada



El yo de hoy no es el de mañana
dices
absorta en música,  en letra.

Te miro así,
nos borran los minutos
y te recuerdo instante.

La sala resguarda tu sueño,
me preguntas, mirada,
el mío
entre silencio y sonrisa.

Tu, silente
yo, un vacío.


Reconocernos
al vuelo,
destejer el presente;
sentirte, mujer profunda
nacer de nuevo en tus ojos

y en ese temblor
desatarse mi piel
para nombrarse otra
por tu mirada.

Verano, 2007

lunes, 12 de marzo de 2018

Agua de vida

                     
Llegué a la fuente
tras mucho navegar;
Jesús mi brújula.

Abrí la puerta
y sentí el abrazo
de un buen refugio.

Y no escuché,
entonces moribunda:
"Será tu hogar"

Lo sabe ahora
mi fe, borbotón de agua;
Vida debida.

Percusión



Me pides ser fuerte
y soy vulnerable;
como la guitarra si la tañes
como bailarina que danza
como una mirada sostenida.

No me hablas si me justifico;
cuando la hoja en blanco pide ser justificada
cuando tantas injusticias piden justificación
cuando la violencia no requiere justificante.

No me hablas porque sigo a Jesús;
porque venció vulnerable
y con su acto fuimos vulnerados
porque piensas que tu no sigues nada, ni a nadie
porque la mente igual produce tiranías.

Me pides que me centre;
donde no mire a los que nadie mira
donde “nadie” piensa si es “alguien”
donde el centro es  división política.


Te preguntas quién soy si me vulnero;
¿quién fue más porque escondió la mano?
¿quién fue más por corromperse a una máscara?
¿ quién fue más porque desmembró a una mujer?

No quiero ser más.

¿Cómo le pido al guitarrista que no taña?
¿Cuándo dejamos de decir basta sin que fuera un juego?
¿Dónde sigo escondiendo esto?
¿Quién me miente que no siente?

Yo no miento al declararme vulnerable
pero al decirlo todos sacan su escudo
y se esconden;
el viento agita mi vestido
tiemblo por su recorrido adentro.

Descubro que soy un cuerpo
donde repercute el mundo;
propagado en una Triple Percusión.  


27-feb-2018, CENART, CDMX.

domingo, 31 de diciembre de 2017

A Jesús

Amado Jesús:

(1)    Hace nueve años debí escribirte, agradecerte por mi vida a diez milímetros de perderla, alabarte desde entonces. No es posible entregarte la vida sin renunciarla antes. Buscamos revolucionarnos en muchos lados sin reconocer que para generar una revolución afuera, debemos primero crearla en nosotros;  no podemos hacer un cambio, una revolución si esta no ocurre en nuestro interior. Y no podré hacerla sin Ti. No quiero justificarme, porque no tengo cómo, por esos años en silencio, sin acto. Es posible que hayan tenido su razón de ser, la cual Tú sabes mejor que yo porque  me conoces.
     El río resuena con fuerza; un colibrí azul se posa en el agua y vate sus alas de regreso a su rama, entonces sé que me observas. El último año me has mostrado parajes que en mi distracción jamás encontraría, me has unido a amigos que sin Ti no hubiera encontrado. Oigo al río, cuya agua proviene del manantial que al hacerla correr la hace distinta cada vez, aunque el río sea el mismo río; así eres Tú, Jesús,  el mismo en todos en quienes habitas y en cada espíritu diferente. Me ha sido tan difícil entender que el Espíritu guía de distinta manera hacia un mismo fin. Entender que una planta puede 
(2)   nacer en la oquedad de un árbol caído y no hace falta cuestionarse los motivos.
(3)         En cada piedra tocada por el agua te escucho; su música me dice más de Ti que todas las palabras de mi vocabulario.
(4)     Conforme caen las cascadas de agua pienso en nuestra caída, en nuestra soberbia, la mía; en creernos con la suficiente soberanía para matarte. Ojalá tuviésemos la misma suavidad que el agua al caer, pero somos duros.
(5)      Perdóname, Jesús, por buscarte sin querer encontrarte, con un temor inadecuado o con rebeldía; pensándote lejos cuando estabas cerca y yo perdida en mi misma, en el mundo.
     Cuando venía al río con mi prima Esther; andar por las piedras río adentro era una alegría. Camino por el agua y voy con preocupación, hasta que recuerdo que eres Tú quien abre el camino. Qué tiempos niños aquellos recorriendo al río; mi padre terreno risa y risa con nuestra osadía. Contigo recuperaré  esa osadía.
(6)        Quiero adentrarme en tu amor, Amado, comprender a quien con libertad dependo; reconocerme en las batallas a las que en Tu ingenio me llamas.
(7)       Por alguna razón quise aferrarme al mundo, cuando tras años de parcial aislamiento entré en él. Ahora me doy cuenta que sólo apartados de él podemos acercarnos en verdad a él de una forma distinta, en Tú Verdad. Aunque queden silentes, desoladas las ruinas que construimos los humanos, el río suena.
(8)        Cuando converso contigo el sol nace en mí y sobre el río. Sus rayos dan claridad al agua. Quiero que Tus cascadas nazcan de mí el resto de mi vida.
(9)         Como las ovejas llegan tranquilas, sin pesares a pastar a orillas del río, como el becerro al trotar en el agua, encuentro la fidelidad, la confianza. Los humanos somos inseguros, hay algo por lo que dudamos con frecuencia. Jesús, cuidaré que mi fe sea firme, sin divagaciones; que seguirte sea mi seguridad, mi refugio, mi cambio. Hasta el fin de mis días corra Tu río en mi sangre. Quiero entender las notas del agua, para adorarte.
***
(10) Es el último día del año. Desde la banca del jardín veo los primeros brotes de las hojas de la higuera, veo al alcatraz blanco que inclina su belleza, y pienso en el otro jardín, el Tuyo, en mi adentro. Recuerdo algo de tu Palabra esta mañana: somos vasijas de barro de las que brota Tu luz; la luz también echa raíces.  También llega a mi memoria el segundo paraje de ayer en los Dinamos: el árbol caído en cuya oquedad nació una planta y te veo en el otro jardín, en mi adentro, el que pareció desierto en algún momento del año; sembrar plantas, árboles, flores nuevas. Te imagino en cada taller que somos cada ser humano al que has tocado y agradezco por la paz y la batalla que nos das; agradezco porque siento Tus manos, Tu Arte. 
    Agradezco por las comunidades que me has dado: el magisterio, la creación en danza o por escrito. Somos Tuyos libremente y esa es nuestra paz; eso es algo que quien no te conoce no entiende; nuestra paz es pertenecerte en libertad, sabernos parte de tu Justicia, saber que lo que Tú sabes, lo sabe el Padre y nos permite comunicarlo nuestro Espíritu. Cada uno de los que te seguimos somos uno solo: en Tu justicia, en Tu amor, en Tus propósitos: un solo organismo vivo. Somos vida en ese jardín; también cada año nos mueren y nacen hojas y frutos nuevos. Gracias, porque me has sembrado en Tu jardín de nuevo
.  

30 de diciembre de 2017 (Los Dinamos) 31 de diciembre de 2017 (Jardín de la casa)




lunes, 15 de septiembre de 2014

El relojero

Le dimos vida al Tiempo,
lo desciframos con el sol
 o la arena,
 le diseñamos una caja,
una compleja maquinaria;
 lo guardamos en ella,
le nombramos reloj.

 Ha vivido en las paredes,
 en casas de madera donde habitan pájaros
 que cada hora cantan: cucú, cucú, cucú, cucú.
 Ha vivido en torres, apurando a los trenes,
 y en las iglesias.

No fue suficiente:
lo hicimos de bolsillo,
finalmente de pulso;
también una joya
con incrustaciones de cristal,
piedra o brillantes.

Algunos de ellos dan tres zonas horarias.
Por si fuera poco, en los celulares,
 allí está de nuevo la hora
como un fetiche del hombre o,
valga decirlo,
su necesidad más próxima.

El Tiempo nos define:
define la agenda,
define las citas,
el trabajo, el descanso.

Se salta a Meridiano
y pasadas doce horas
el Tiempo cambió,
Meridiano no.

Puede ser un aliado
o el peor enemigo.

El hombre inventó al Tiempo
para darse sentido
y Dios dijo entonces:
"Lo he creado a él
 que él haga lo que falta
 y si no lo hará el Tiempo"

El relojero despertó y vio que era tarde
ajustó las piezas del reloj que fabricaba,
le colocó su extensible y levantó la vista;
todos sus relojes le indicaban su retraso.

Se vistió
y corrió detrás del día
para darle manecillas
a los hombres.



Revelación del relojero. Remedios Varo.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Druk



El río se enmascara,
el agua gira,
toma forma,
las piedras rugen,
los ojos del dragón me observan;
en ellos bailo,
en su espejo cobro forma.

Me reflejo en la esfera del mundo
que luego desliza
convertida en gota.
Me disuelvo; parte del torrente.

El viento amaina.
Mi reflejo corre con el dragón
en su danza de sombras.

Toco las ondas con mi mano,
se vuelven insondables a mis dedos;
los llevo a mi rostro,
siento el líquido recorrer mis mejillas
humedeciendo mis ojos.

El dragón me hereda sus lágrimas dulces
para purificarme la mirada,
los recuerdos, las emociones...

Los dedos descienden hasta el cuello,
una gota se cuela por el pecho,
se absorbe en el corazón;
escucho el pulso de los latidos,
se distienden, danzando

Voy tras del río y su máscara.
Mi corazón exhala fuego,
el dragón lluvia.

La fragilidad del agua toca
la flama apacible;
el corazón frena sus pasos.

Asomo mi rostro al agua
y el reflejo de mi mano
acaricia la mejilla real;
me estremezco.

El río me coloca la máscara;
desde sus ojos observo las vivencias del dragón;
los rostros que se han reflejado en su esfera ocular
hasta llegar al mío.

Me quito la máscara
y la devuelvo al río.
Las piedras cambian de sonido.
El río es el transcurso de las vivencias
que desembocan al mar de la memoria.

El río sigue su curso,
insondable como el dragón y el tiempo
llevándose el reflejo,
que apenas ayer
era sólo mío.

Clamor Sirio

  Encontré esta selección de poetas nacidos en Siria; publicados en la revista Nexos hace dos años. Leerlos me dio una clara imagen de lo ...