La luz es uno de mis veneros. Sin ella no identificaría las sombras de las siluetas, el rostro taciturno, del diurno; la luz en su justa medida para revelar hermosura a los ojos.
No podémos salir de nosotros mismos en nosotros mismos. El sabotaje nos hace orfebres de un lenguaje, tanto más bello sí la tinta relame la vibración que lo enebra. Sí trastoca el temor en temblor, sí en temor tiembla, o en temblor deja de ser temido. Más bello aún si surge como otra voz, que se impone al ser que es escriba.
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La llama, en cuerpo de la vela derrite los deseos, las peticiones, en una promesa. Hasta ahora he perseguido la luz en su trayecto.
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Ese día se acercó Pamplona, en fuegos de artificio, en zapateo y música de banda, en ruedas de color que chirreaban y remolinos de gente que toreaban la luz y su designio. Un duelo con la luz.
El artificio contubo un juego con mi cuerpo, dibujó una espiral finalmente invisible que penetró diez pasos en el tejido de la piel bordeando el límite. La espiral dibujada hacia adentro no se libera, va hacia sí irremediable. El artificio correspondió la petición de mis trayectos. Abrió el crater en copula intempestiba.
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Torito
¿cuál es tu historia?
chamucotoro
¿cuál es tu mito?
Sí la luz es el bramido
arde tu muerte artificio.
Cuál es tu danza de luz,
tu escatología de luz.
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Luz, luz como dolo en mi cuerpo. La presencia de quien escruta y designa, el justo instante que se detiene en la medida exacta para que continúe el latido. Lo invisible que produce un milagro, que desata el suceso inverosimil aún indescriptible por la memoria, inmaduro. Lo invisible que corta el hilo. La luz que deja un rastro. Dios que se delata preciso en los segundos.
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Ver el contorno del cielo en una camilla. La oscuridad de la noche, la fiesta que termina con las gotas de lluvia que escupen en el rostro. Alguién pregunta -¿Señorita siente usted algo?- Y me remitó a reponder -Gotas de lluvia.Todo gira en un mismo pensamiento. Todo se revuelve. Me queda claro que la sirena de una ambulancia no es escuchada por el paciente. Quizá Odiseo escuchaba otro canto, o su delirio. La sirena abre el paso, las calles horizontales se imaginan distinto. La conversación del paramédico me exortaba a sonreír, a reir, a agradecer escuchar mis latidos a cien por minuto, y a respirar para detener el temblor que socorría desde mi cadera a mis pies. -Aunque no lo crea, el dolor es una buena señal. Mientras sienta el dolor, es que perciste estímulo en la herida.-
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Finalmente una luz única: la de la amistad, la hermandad, el amor, el afecto... Sentimientos que no dejaré a este prosa, aún borrosa.
Nat: tu encuentro con la luz me ha conmovido. Gracias por tus letras, tu artificio, tus fugas.
ResponderEliminarGracias, también, por la luz.
Besos
Aquellas luces que siempre gozo de retar, que me han hecho ver su verdadera agresividad en otra persona, en tí, y esos días de espera, de fugas contenidas por la memoria. Las imprecisiones de mi cuerpo, con el pensamiento constante que ha encontrado su alivio al saber que ya estás en casa, lamento no visitarte como quisiera, la luz se ha robado mi lengua, mi presencia, pero jamás tu presencia en mi cabeza.
ResponderEliminarEri y yo te queremos mucho.
Besos.
Ver el contorno del cielo desde una camilla....escribes...verte salir en una camilla de una ambulancia fue desolador. La camilla ya se difumina en mi memoria y lo que me queda e importa es tu risa.
ResponderEliminarComo diría mi papá....la pura buena vibra...esa es la que le pido nos mande dondequiera que esté para que pronto la camilla, las gotas de lluvia, las noches de hospital y el crater que ese cohete desorientado hizo en tu cuerpo sean memoria.
Y la memoria será tu poesía y las cartas que le escribo a mi papá, así siento que platico con él y le digo que ahí la llevamos. Acuérdate siempre de eso, muchas ganas, todo el corazón y la buena vibra de don Óscar...Besos y más besos.